PINCHA EN LAS PESTAÑAS PARA VER EVENTOS Y LIBROS

lunes, 27 de octubre de 2008

Sobre la Pasión

Hay fidelidades que nos asaltan sin que exista un propósito claro de monogamia en nuestra vida. Creo, Javier, que comienzo a serte fiel.

Yo no soy escritor!. Ni mucho menos poeta. Diría nuestro bien querido maestro, Enrique, que "me falta taller". Hasta llego a pensar a veces por qué gasto el tiempo en escribir en lugar de dedicarlo al bello oficio de la lectura.

Así que, posiblemente, lo que escribo, es más un reventón que un acto literario. Lo que puede que sorprenda es que "reviente" tan a menudo. !Amigo: si tu supieras!. Como ya dije, mi lugar favorito para escribir es la barra de un bar, ¡y así me va!. Fíjate, amigo Javier, lo que se llega a escribir en tales sitios:


"Llevo un trozo de tu piel
hecho bandera blanca.
Mis tibias solo se cruzan
en la silla del bar
.

Mi nave es tu vientre o
la que nos lleve a lo más azul:
no hay en esta hora reloj
que diga la marea.

Tu te subes sin permiso camino arriba,
ola a ola en mi tristeza.

¿Cómo hacer el verso eterno
para el siempre que anuncia tu ausencia?."



¿Lo ves?: no soy poeta!. Y como, para mi bien, me gusta leer, hace poco encontré algo con lo que indetificarme en esta esquizofrenia. Te lo transcribo aqui por si sirviese de algo.

"... hay muchas razones por las que me gustan los poemas. Una de ellas es que me permiten acecharme a mí mismo. Me doy una sacudida con ellos. Mientras tu me los lees y yo los escucho, apago mi diálogo interno y dejo que mi silencio cobre impulso. Así, la combinación del poema y el silencio se transforman en el procedimiento que descarga el sacudón.

... los poetas, sin saberlo, anhelan el mundo de los brujos. Como no son brujos, ni están en el camino del conocimiento, lo único que les queda es el anhelo.

... Al oir el poema siento que ese hombre esta viendo la esencia de las cosas y yo la veo con él. No me interesa de qué trata el poema. Solo me interesan los sentimientos que el anhelo del poeta me brinda. Siento su anhelo y lo tomo prestado y tomo prestada la belleza. Y me maravillo ante el hecho de que el poeta, como un verdadero guerrero, la derroche en los que la reciben, en los que la aprecian, reteniendo para si tan solo su anhelo. Esa sacudida, ese impacto de la belleza, es el acecho."
(Carlos Castaneda. El Conocimiento Silencioso)

Así, amigo Javier, que no soporto cuando escribo ser cicatero en las emociones. No persigo premio alguno, ni publicar un libro, ni siquiera ser leído. Pero si alguien, a través de lo que lea en mi, se emocionase, baste con eso para no cambiar. Porque ser, de alguna manera, útil para que alguien mueva su energía, llegue a estados de conciencia especiales o, simplemente, respire hondo, eso ya es mucho.

¿No crees?.

Ya sabes que te aprecio.

jueves, 23 de octubre de 2008





Has venido, puntual a tu cita, y yo estaba allí, puntual para leerte el brillo de los ojos. Estaba como el príncipe estuvo en el bosque, cerca del zorro que le decía ¡“domestícame”!. En esa costumbre de dejar las puertas abiertas por si no te vas a través de ellas y, si te fueras, por si vuelves.

Como la marea vienes a tus horas, flexible esta noche en la libertad del bambú que sueña volar en brazos de viento. Es creciente y te desnudas a medias, solo para mostrarte en la noche que nos cubre. Impúdica vegetal y prostituta enamorada; eres bambú al cielo y azul de ropa desteñida a ras del suelo que paseas sin atreverte a traspasar la puerta mágica del amor. O el amor te asustó tanto que, refugiada tras el verbo amable, esperas la respuesta del tiempo enamorado.

Cuando nos embriaga una brisa suave no imaginamos el huracán.

Duerme en la caricia acre del día de la gran ciudad, volando lejos, a lomos de tu bestia, hacia el país de la dulzura simple de un beso sincero. Allí donde el concepto de la piel se pierde comienza a moverse, entre el matorral, la vida, nos envuelve – si nos dejamos –, y roza el centro justo de nuestro universo un revuelo de hojas luminosas.

miércoles, 22 de octubre de 2008

He venido en tu busca
Cuando la noche de la hoguera se cerraba,
terca en su tenaz propósito
de explorar la llanura extensa de tu cuerpo.

He venido, al fin.

He venido para redimir tu llanto
sin la inocencia
que pudieras esperar del amigo ambiguo.
He venido, en fin, para tu carne atormentada.

He venido para la certidumbre
y, por si fuera poco,
para amarte cuando tu mirada se extravía.

Cantos de loco que concuerdan
con tus pasos descalzos por la alcoba.

Ni tu te desnudas ni yo te quiero
en esta noche de menguante.

¿Cuantas cosas más puedes decir
al pájaro de la mañana?.

Coincidirás conmigo en que tus versos,
tus cuadros,
el color de tu blusa
y el rizo rojo de tu pelo,
son casualidades extrañas.
Azares que tan solo se desvelan
A la luz de los besos.
Si es que existieran.

Entre tanto, la flecha salida de tu boca
parte en dos
la parte del alma animal que amas.