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jueves, 29 de octubre de 2009

Para la siesta del dios de las cosas


La mano del niño no alcanza la luna.
Subido en el dedo perfecto de Dios
se baña en un llanto de sueño improbable
y tienta a la suerte.

Se estira creciendo en el tiempo, saltando
con plomo en los pies.

Mientras
penetra la adulta raíz en la carne
del niño y la tierra.

El dios de la cosas esconde su dedo
y espera paciente a que llegue otra noche.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Tocando el Cielo

No bastaba el cielo espléndido de Cáceres. La luz, que reflejaba en el río y escapaba entre la enramada del soto, no era suficiente.

Mientras tanto, pocos minutos después de nuestra llegada a la casa, ya estaba todo dispuesto, en ese orden improvisado que hace hogar sin darte cuenta. Uno llega y deja su — digamos — tabaco, en algún sitio; y ahí seguirá el resto de los días, sentando plaza.

Y ya, con la noche cumplida, después de la cena, salí a empaparme de estrellas que amenazaban con caerse de un cielo imposible. Y vi que no iba a bastar con esos millones de puntos de luz. Ni con el creciente magnífico que ya dejaba señales inequívocas en el agua.

Fueron otras las cosas que encendieron la estancia. El abrazo de Carlos y sus manos, ¡tan tierra!. Esa mirada de ceguera consciente y ternura insensata en un acta de capitulaciones a través de la cual nos daba su casa.


¿Cómo hubiésemos podido movernos sin las alas que iban dejando risas y canciones?. Sonó Colombia en la fuerza dulce de Juliana, que nos tenía por mostrar cada belleza de su tierra y de su historia.

Y sonó, dulce o más, Brasil, en el alma y los brazos de Bruno, que no había algo que hacer que él no hiciese: si leña, si agua, si risa, si baile. Si mirar..., si callar... Y así, aprendí que todos los brasileños cantan la samba con el mismo tono íntimo, susurrante, cálido. Con ese que nos ayuda a soñar con el Carnaval y tantas otras cosas!.

Ni las llamas de esa chimenea que nos convocaba dieron más luz que ciertas sonrisas de Sara o Gonzalo. Las de cada uno; las de ambos cuando chocaban en sus ojos o sus cuerpos. Y me preguntaba ¿cómo diablos se ha enterado de que faltaba pan, si estaba embobado/a?. Pero sí, se enteraban de todo. Y aún atisbé a Gonzalo bajo los árboles. Creo que buscaba un “Sitio de Poder”. No se, habré de preguntarle.

Hemos llegado a hacernos expertos en recoger aguas residuales del suelo con la mejor de las sonrisas. Y es que, con esta gente al lado, me río yo de los colectores obstruidos. Claro, que así pudimos regresar al placer de la letrina natural y de lavarnos los dientes en plena naturaleza.

Una tarde vi a Sara, como emergiendo entre las zarzas. Venía mojada hasta las rodillas, llena de pinchos, cámara en ristre y con una sonrisa entre los ojos que, esa sí, iluminaba todo el bosque.

Creo que fue después de las primeras 12 ó 18 horas cuando me di cuenta de que algo había cambiado. Miré en todas direcciones; traté de aguzar mis sentidos. No, no los de siempre: los otros. Y no me parecía que hubiese nada raro. Así que me decidí por el silencio. Y entonces si, entonces supe qué era: ¡era Montse!. Nadie lo creería, pero ahora hablaba más despacio, se movía más despacio, abrazaba más despacio. Y, por tanto, brillaba todo el tiempo, y los pies no le llegaban al suelo, y cantaba... Cantaba como los mismos ángeles, hasta el final, hasta que la noche se la llevaba.

A Rosa se la llevó un buen viento. Se la llevó volando sobre el valle. Aquí, en la tierra, ya había cumplido. Así que en Octubre se fue en cuerpo y alma hacia el cielo. Ahora entiendo mejor lo de sus ojos.

Después de ella volaron todos: Sara, Bruno, Montse, Carlos, Gonzalo, Juliana... Todos se fueron al cielo.



¿Yo?. Yo me desnudé sobre una piedra del río helado. No miré si me miraban o si era profundo. Me tiré al agua y nadé hasta quedar detenido en un tronco seco.


viernes, 16 de octubre de 2009

Cambia la hora

Cambia la hora en punto de los astros
mientras vuelve su mirada hacia el espejo
sin más ánimo que un último retoque.

Y como cambia, florece
de cada imagen real su consecuencia
recogiendo
el borde oxidado de su vida,
alargando la llegada de ese tiempo
en el que ya, un riego de socorro

es solo agua para la última copa.

lunes, 12 de octubre de 2009

¡Felicidades, Pilar!


Me temo que si no lo hago me la cargo!... Pero lo hago con tanto gusto!!!.

He querido mandarte por aqui un brindis y el beso más grande.


Disfruta tu día, aunque ya sabes que a mi esto de los santos...

Pero a ti te hace ilusión y eso basta.

Besos a montón y muchiiiisimaaassss FELICIDADES, cariño


viernes, 9 de octubre de 2009

jueves, 8 de octubre de 2009

Una excusa redentora


Hay tantas cosas encima de la mesa
que esta mañana no encontraba el teléfono.

Ya lo sabes: no pude llamarte.
Tampoco llamé para decir que no iba
al trabajo ni a charlar con los amigos.

El primer café ha sabido a whisky
y a la flor de una gardenia.
El segundo
me ha puesto a pensar
sin demasiado éxito.

Y es que hay días en los que uno no encuentra
ni una excusa redentora,
lo bastante impecable o absurda,
para seguir durmiendo sin dar explicaciones.

martes, 6 de octubre de 2009

Contra tu imagen


Contra tu imagen estudiada en negro
están mis acuarelas.

No tapan los defectos pero son
más ingenuas que el rojo de tus labios.

Me pierdo en sus matices por la noche:

Son formas de pintar.